En un mercado global como el actual resulta más sencillo ampliar fronteras. Pero, ¿cuál es la mejor fórmula? Seguí leyendo y encontrarás cuatro apuntes necesarios para dar el paso.
Desarrollar tu franquicia en el ámbito internacional es una oportunidad para fortalecer la insignia, además de demostrar así en el mercado local que la marca es potente y apreciada dentro y fuera de tus fronteras. Pero es importante tener en cuenta que la distancia física que implica todo proceso de internacionalización puede entrañar riesgos.
Para trasladar nuestra marca a un país vecino o, incluso, a otro continente es importante una visión de futuro y predisposición en el aprendizaje, así como realizar, previamente, un análisis y un plan estratégico de crecimiento. En esta línea, es primordial seguir ciertas pautas y resolver los siguientes interrogantes previos: qué, cómo, dónde y cuándo.
Qué deseamos exportar. El punto de partida pasa por disponer de un modelo operativo que comparta unos rasgos identificativos comunes.
Cómo debemos exportar. Existen diversas fórmulas: Filial, Joint Venture (alianzas), Franquicias Directas, Area Developer o Máster Franquiciado. Estas dos últimas son de las más utilizadas por las franquicias. A partir de aquí, hay que tener muy claro que es necesario transmitir una formación inicial al franquiciado –a la persona, en cualquier caso, que vaya a desarrollar el negocio en el país- y que resultará clave una comunicación y control continuos desde la central.
Para elegir una u otra alternativa hay que valorar previamente las necesidades operativas y qué estructura vamos a precisar para implantar la actividad.
Cuándo. Es crucial también determinar el momento adecuado para abordar el crecimiento internacional. Y aquí habría que analizar nuestro grado de expansión en el mercado local.
Dónde. Para determinar el mercado elegido hay que hacer un estudio territorial previo donde se estudien las necesidades logísticas y componentes estratégicos como los aspectos culturales, la demanda potencial, la competencia en el sector o las dificultades administrativas y legales. Es necesario tener claros, en definitiva, aquellos aspectos vinculados al mercado de destino, como los aranceles de importación o las condiciones fiscales.