1. Elaborá dos estados de tesorería
Isidro de Pablo, director del Centro de Iniciativas Empresariales (CIADE) de la Universidad Autónoma de Madrid recomienda que prepares “dos estados de tesorería: uno, hasta que comenzás a vender, y otro, hasta que comenzás a cobrar y el negocio comienza a realimentarse”.
Muchos emprendedores no tienen en cuenta los plazos de arranque a la hora de hacer su planificación financiera. Todo el mundo cuenta con estar facturando el primer mes y no tienen en cuenta los períodos de cobro de los clientes.
“Uno de los problemas de los emprendedores es que aplican gran parte de los recursos que tienen en la puesta en marcha del proyecto y cuando están asfixiados en tesorería no pueden poner el dinero para comercializar el proyecto, con lo que se estrangulan ellos mismos”, matiza De Pablo.
“Así, el primer estado tiene que ser semanal para evitar imprevistos. Piensa en una empresa de software, que tiene que invertir e invertir hasta que tiene una versión beta y mientras tanto tiene que ir haciendo desembolsos de distinta naturaleza. O imagina un establecimiento comercial en el que se tiene que hacer frente a alquileres, licencias, obras de reforma, instalaciones, aprovisionamientos de mercancía”, señala.
Borja Recolons, fundador de la tienda online Mequedouno.com, coincide con De Pablo y apunta que “nosotros hacemos desde el principio un informe semanal exhaustivo del estado de la caja. Es uno de los parámetros que has de seguir de cerca para ver si invertís más en stock, en cuentas pendientes… a partir de ahí buscar un equilibrio con tus proveedores”.
“Luego ya estaría la fase de puesta en marcha. Ahí hay que distinguir, de nuevo, otras dos etapas: la que va asociada al período de maduración del producto –desde que invertís en producirlo (en su producción o para producirlo) hasta que cobrás por venderlo–, y la fase en la que ya has comenzado a cobrar y tu empresa tiene ingresos”, añade De Pablo.
2. Analizá tus costes por proyecto
“Para hacer una buena gestión de la tesorería es necesario dedicarle tiempo a hacer un buen análisis de costes. Esto es importante, sobre todo, en sectores intensivos en conocimiento: servicios profesionales, consultoría, software… en los que se tiene que hacer un diagnóstico, en los que se tiene que hacer una propuesta al cliente, y que llevan varios días de trabajo. Necesitás saber cuánto te cuesta ese proyecto para poder repercutirlo luego en el precio final”, indica De Pablo.
“Nos encontramos con desviaciones en empresas de servicios que a los seis meses se han quedado sin caja porque donde esperaban ganar 100 han perdido 50. ¿Por qué? Porque se han desviado en las horas de los proyectos. Si te vas en horas, en el fondo, es como si te fueras en materiales, y tiene un coste”, explica Txaparro.
3. Incrementá un 15% tus necesidades financieras
“Cuando calcules tus necesidades financieras es aconsejable incrementarlas en un 15% para imprevistos. Si tenés más experiencia puedes reducir este porcentaje hasta un 10%, pero tampoco menos. Si tenés dudas y no sabés bien cómo enfocarlo es recomendable que lo incrementes hasta en un 20%. Esto te permite tener un colchón si las cosas van mal. Y si te van bien tenés un margen de más tesorería. Y la forma de materializarlo es, de nuevo, en una previsión de tesorería. Un saldo de tesorería deseable debe estar en torno a un 10% y un 15% de los gastos imprevistos”, sugiere.
4. Invertí en I+D a corto
“Cuando hacés una inversión en I+D, el resultado de esa inversión tiene que estar en el mercado en un tiempo determinado y no lo puedes alargar más. Porque como lo alargues, vas a entrar en sobrecostes que luego te va a costar mucho amortizar. Lo interesante es acotar la inversión: para tal fecha tengo que tener este producto en el mercado y con estos costes de I+D para poder sacarlo a este precio y poder obtener esta rentabilidad. Y eso lo tenés que planificar antes de arrancar”, plantea Txaparro.
“Tené en cuenta que las inversiones en I+D hay que amortizarlas en cinco años, a los cinco años penalizan la cuenta de resultados. Y no es lo mismo vender por 10 algo que te ha costado desarrollar 80, que vender por 10 algo que te ha costado 200”, advierte.
5. Cobrá antes a tus clientes
¿Cuáles son alternativas a la financiación de terceros? La primera son tus clientes. “Siempre exigimos el pago al contado o, por lo menos, que el pago cubra el coste de los materiales. Si damos un presupuesto pedimos, como mínimo, un 60%-65% porque sabemos que así minimizamos riesgos de caja”, comenta Apraiz.
Andrea Uribarri, directora del Centro Médico Vitalaging, señala que “debido a los elevados importes de algunos de nuestros servicios, facilitamos al cliente la posibilidad de hacer los pagos de tres maneras distintas. Una opción es al inicio y en efectivo con un 2% adicional de descuento. Otra, en dos veces, al inicio y a la mitad de tratamiento. Y, por último, financiado en tres y seis meses”.
Fuente: Emprendedores